El filósofo T. Adorno (1903-1969) se caracterizó por la gran diversidad de temas que abarcó en sus obras, donde reflexionó sobre filosofía, musicología, psicología y sociología. Criticó el marxismo ortodoxo y las formas dogmáticas de la Unión Soviética, sobre todo con Stalin. Fue célebre su discrepancia con Karl Popper, al que criticó su visión positivista y ante quien defendía una actitud científica comprometida con la emancipación de la humanidad. Criticó también la industria cultural de la sociedad capitalista contemporánea que, a través de los medios de comunicación de masas (televisión, radio, publicidad), uniformiza las conciencias individuales con valores consumistas y modelos alienantes. Sus obras más importantes son La dialéctica de la Ilustración (1947, escrita en colaboración con Horkeheimer), Filosofía de la nueva música (1949), Mínima moralia (1951), Dialéctica negativa (1966) y Teoría estética (1970).
La dialéctica de la Ilustración es una obra conjunta que Horkheimer y Adorno publicaron en 1947 y que constituyó un hito dentro de la Escuela de Frankfurt y de la filosofía occidental. En ella extendieron la crítica de la razón instrumental a todo el proceso histórico que, tras el afán ilustrado de dominar racionalmente a la naturaleza, ha devenido en el sometimiento, alienación y explotación de la humanidad.
La dialéctica de la Ilustración trata del devenir que ha tomado la razón desde el siglo XVIII: en vez de ser una fuerza libradora se ha transformado en una fuerza represora.
En esta obra, la crítica de la economía política, influida por el marxismo, se transformó en una crítica de la razón técnico- instrumental y de la tecnificación de la sociedad contemporánea.
La Ilustración olvidó el legado kantiano que distinguía entre razón teórica (ciencia) y razón práctica (moral), para encumbrar un solo modelo de racionalidad: la razón instrumental, que en lugar de liberar al ser humano lo ha dominado.
La dialéctica de la Ilustración supuso el triunfo de la razón instrumental. En este sentido la Ilustración ha devenido en lo contrario de lo que se propuso. Quería ser una razón liberadora de toda irracionalidad, superstición y represión y, en lugar de ello, se ha convertido en una fuerza represiva, totalitaria y cosificadora.
Por ello, el concepto de progreso, clave dentro del idealismo de la Ilustración, comenzó a ser cuestionado. Así diferenciaron entre el progreso técnico y el progreso moral.
*El progreso técnico. Se alcanza gracias a la razón instrumental y a través de la ciencia positivista. Este tipo de progreso reivindica el concepto de lo útil, lo de productivo y depende del objetivo al que sirve.
*El progreso moral. Se rige por la razón práctica y considera a los seres humanos como fines en sí mismos, no como medios.
El avance de la ciencia y de la técnica no garantiza el progreso moral y por este motivo es tan importante recordar el legado kantiano del aspecto racional de la conciencia moral. Sin embargo, la Ilustración priorizó solo un aspecto del saber, el de la racionalidad teórica o racionalidad científico-técnica.
En este sentido, Horkheimer y Adorno subrayan cómo el reduccionismo cientificista resulta insuficiente para abordar los problemas de la convivencia y de la sociedad en términos práctico-morales.
De este modo:
*La razón instrumental, convertida en ideología, ha devenido dialécticamente en una razón subjetiva que se limita a calcular de modo egoísta los intereses particulares de autoconservación y que, al mismo tiempo, renuncia a la tarea de juzgar los actos y el modo de vivir en términos éticos y humanos.
*La sociedad, dominada por las técnicas de producción industrial capitalista, se caracteriza por la abstracción, que es el principio de generalización científica y e instrumento cognitivo con el que la razón instrumental hace funcionar a la sociedad como si fuera un gran mecanismo, donde cada pieza cumple su función dentro del engranaje. En este engranaje el individuo queda anulado y su vida queda uniformada y administrada sin capacidad de pensamiento crítico.
*La domesticación del proletariado, su destrucción como sujeto histórico de transformación social, es consecuencia del capitalismo en las sociedades industriales avanzadas.
Por ello, la tarea de la razón crítica ha de ser reconstruir los ideales racionales de emancipación que lideró la Ilustración, y que han quedado inconclusos. En esta situación de explotación y banalización de la cultura, la teoría crítica se presenta como la única capaz de cuestionar el progreso en la historia y denunciar la irracionalidad de la civilización científico-técnica contemporánea.
Adorno realiza una crítica a la razón positiva, es decir, a la razón que justifica el irracionalismo destructivo y la situación represiva de la sociedad actual. Con ello, insiste en la necesidad de negar, de ahí el término “dialéctica negativa”, ese tipo de razón predominante a favor de un concepto de razón más justo y humanos.
Ese interés transformador y emancipador es necesario para cambiar la deshumanización reinante en la sociedad. Ese es en realidad el verdadero problema que denuncia la Escuela de Frankfurt: la frivolidad ante el dolor humano y la deshumanización total de la sociedad como consecuencia del triunfo de la razón instrumental. Solo así puede comprenderse un hecho tan horrendo e irracional como fue Auschwitz.
La dialéctica negativa consiste en negar los aspectos irracionales de la sociedad industrializada contemporánea en aras de una sociedad justa y humana.
Para Adorno, la supresión de la injusticia social con el fin de alcanzar una sociedad racional y humana solo es posible a través de un proceso de desideologización. Este proceso se traduce en atreverse a nombrar lo que nadie nombra y en negar la razón positiva imperante, que produce injusticias e irracionalidades.
Esta necesidad de conducir a la filosofía hacia una actitud radicalmente negativa frente a la lógica dominante toma en Adorno un valor revolucionario. En este sentido vincula la razón negativa al arte como lo expone en su obra Teoría estética (1970).
Según Adorno, es necesario decantarse por lo individual, por lo creativo, por todo aquello que no esté integrado en la racionalidad instrumental dominante. De ahí que la filosofía deba dirigir su atención a los fenómenos artísticos. De este modo:
*El arte se presenta como salvación, porque es el reino de la libertad absoluta y porque significa un tipo de concepción diferente de conocimiento y de acción instrumental.
*La filosofía, que no sirve a ningún fin al ser un fin en sí misma, detenta la capacidad para la reconstrucción de la historia de la humanidad.
(Amparo Zacarés Pamblanco, Clara Fuster González, Andrea Belenchón Marco. Historia de la Filosofía. 2º Bachillerato. Editorial Mc Graw Hill. Madrid. 2016)