Zenón de Citio fundó una escuela filosófica en Atenas en torno al año 300 a.C. Al no ser ateniense, no pudo adquirir una propiedad en la ciudad y decidió enseñar junto a uno de los pórticos de acceso. Sus seguidores recibían el nombre de estoicos o filósofos del pórtico, porque stoa en griego significa “puerta”.
Zenón compartía con Epicuro la idea de que la función primordial de la filosofía debía consistir en ofrecer una guía para la vida y su negativa a aceptar la existencia de ningún tipo de trascendencia o realidad sobrenatural. Sin embargo, las doctrinas estoicas negaron el mecanicismo de los epicúreos, el papel que atribuían al azar en la formación del mundo y la identificación de la felicidad con el placer. En esto último, los estoicos se aproximaron a los cínicos, que aconsejaban huir del placer, y coincidieron con ellos en su desprecio por la metafísica. Sin embargo, a diferencia de los cínicos, los estoicos consideraron imprescindible elaborar una doctrina filosófica que proporcionara un fundamento teórico a su propuesta de vida buena.
Zenón admitía el debate y la disensión entre sus discípulos en torno a las doctrinas de la escuela, lo que permitió que el estoicismo evolucionara con el paso del tiempo. Se distinguen tes etapas en el desarrollo de esta escuela filosófica:
*Estoicismo antiguo (siglo III a.C.). Zenón y Crisipo son los miembros más relevantes de este período.
*Estoicismo medio (siglos II y I a.C.) Destacan Panecio y Posidonio.
*Estoicismo romano (siglos I y II). Los pensadores más representativos de esta época son Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. Por su parte, Séneca fue un político destacado que llegó a ser senador y consejero de Nerón. Epicteto era un esclavo liberto y Marco Aurelio fue emperador romano, lo que da cuenta de hasta qué punto había penetrado la doctrina estoica en distintas capas de la sociedad romana.
Para los estoicos, el objetivo primordial de la filosofía consiste en ayudar a alcanzar la felicidad y, a tal fin, consideraron que era imprescindible adquirir el conocimiento de la realidad natural.
La filosofía estoica se organiza, como la de los epicúreos en una lógica, una física y una ética. Los estoicos compararon la filosofía con un huerto de árboles frutales en los que la lógica sería el muro que define los límites del terreno en el que se puede cultivar y defiende el recinto frente a posibles daños, la física se identificaría con las plantas que dan sentido y coherencia a la existencia misma del huerto, y la ética serían los frutos que se obtienen como premio por cuidar y cultivar con esmero el huerto.
1.Lógica
Para los estoicos la lógica es la ciencia de los discursos, de los que se distinguen dos tipos: los continuos y los de preguntas y respuestas. De los primeros se debía ocupar la retórica, y de los segundos, la dialéctica. En ambos casos, el fin es establecer un criterio de verdad. Según los estoicos, la tarea principal del pensamiento es guiar la acción, para lo que debe ser capaz de diferenciar la verdad del error y la falsedad en el conocimiento.
La base del conocimiento reside en la sensación, que los estoicos conciben como una impresión producida por los objetos en nuestros sentidos. Esta impresión se transmite al alma, donde se produce la representación o imagen. Hasta aquí la intervención del sujeto es meramente pasiva. Sin embargo, el auténtico conocimiento requiere no solo la representación, sino también el asentimiento que el sujeto da a esa representación y por medio del cual la considera verdadera. El asentimiento es el único criterio de verdad.
El papel que el sujeto desempeña en el conocimiento es fundamental, ya que es él quien concede en último término el asentimiento a la representación. Cuando el objeto que produce la sensación está presente, la representación resulta tan evidente para el sujeto que no puede evitar otorgar su asentimiento. Y lo mismo sucede a la inversa: cuando un sujeto otorga su asentimiento, es porque sin lugar a duda está presente el objeto que se corresponde con la representación. Por lo tanto, el criterio para considerar una representación como verdadera procede únicamente del asentimiento del sujeto, lo que no supone restar protagonismo al objeto. La verdad se refiere al conocimiento, y este tiene lugar en el sujeto.
El siguiente paso en el conocimiento tras la sensación es la intelección, por medio de la cual se forma el concepto. Para los estoicos, las representaciones o imágenes que se forman en el alma son corpóreas o materiales, pero los conceptos son universales y solo lo individual puede ser corpóreo. Por ello, los conceptos deben ser realidades inmateriales. Anteriormente, Platón había concluido que, por ser inmateriales, las entidades universales debían pertenecer a un tipo de realidad superior. Sin embargo, los estoicos eran materialistas, y rechazaban toda forma de trascendencia. Por tanto, el carácter incorpóreo de los conceptos condujo a estos pensadores a considerarlos una forma de realidad empobrecida o degradada.
Finalmente, los conceptos se integran en proposiciones, que son los elementos básicos de todo discurso. La lógica estoica se completa así, con un estudio de los razonamientos en los que se establecen conexiones entre proposiciones simples, a diferencia de Aristóteles, cuya lógica prestó atención a los silogismos en los que el razonamiento se basa en la conexión entre los términos de distintas proposiciones. Esta parte de la lógica estoica ha ejercido una mayor influencia en la filosofía posterior, al servir de base para la actual lógica proposicional o lógica de enunciados.
2.Física
La concepción de la naturaleza que ofrece la física estoica es materialista, monista y panteísta. Este modo de concebir la naturaleza tiene importantes implicaciones en la forma en que explican los estoicos los fenómenos naturales y en cómo se entiende la libertad humana. Esto último, como es lógico, influirá de manera decisiva en la ética estoica.
La realidad, según los estoicos, es materia dotada de un orden que gobierna todas las cosas, las hace y las conserva como son. Este orden es necesario, perfecto, inmutable y de carácter racional.
*Materialismo. Todas las cosas que forman parte de la realidad están compuestas por dos principios, uno activo y otro pasivo, que son inseparables. El principio pasivo es la materia, y el principio activo es la forma, que los estoicos identifican con la razón, concebida como una especie de dios inmanente. Esta forma no debe interpretarse como una realidad incorpórea porque, para los estoicos, todo cuanto hay es corpóreo; por tanto, la razón también lo es.
*Monismo. La unión de estos dos principios corpóreos- materia y forma o razón- se explica porque los estoicos, en oposición al atomismo, consideraban que la materia era infinitamente divisible. Para ellos, las partes de dos cuerpos diferentes se pueden unir de manera perfecta para fundirse en un único cuerpo. En consecuencia, el principio activo y el principio pasivo, la razón y la materia, acaban por formar un todo único y total que abarca la realidad en su conjunto.
*Panteísmo. Dios ha de ser corpóreo, puesto que no existe ningún tipo de realidad incorpórea y, dado que entre las realidades corpóreas el principio activo es la razón, dios se identifica con la razón inmanente que gobierna todas las cosas. Sin embargo, la razón y la materia forman un todo único. De esta manera, dios está en todo y todo está en dios, de modo que dios se identifica con el cosmos.
Doctrina de las razones seminales
Acorde con esta teoría, la actividad de dios o la razón en la formación del cosmos es similar a la de una semilla que, cuando germina, da origen a un nuevo ser. La razón es, en esta concepción, el semillero que engendra todas las cosas al contener todas las semillas. De esta manera, el cosmos es un gran organismo vivo de carácter racional y divino. Entender el universo como un organismo supone rechazar las tesis defendidas por el mecanicismo y adoptar una concepción teleológica de la realidad. Si todo ha sido creado por la razón y todo está, de hecho, impregnado de racionalidad, entonces todo es como está establecido que sea.
Esta concepción organicista y teleológica de la realidad conduce a la idea de que nada podía haber sido, es o será de modo diferente a como de hecho ha sido, es o será; es decir, a la absoluta necesidad de todo cuanto acontece. Los estoicos defienden la existencia de una suerte de destino de carácter racional que ha establecido de antemano lo que ha de ocurrir hasta en sus más mínimos detalles.
En este contexto de determinismo absoluto que plantean los estoicos, parece que no hay cabida para la libertad humana. Sin embargo, ellos afirman que existe una libertad interior que permite al ser humano decidir qué actitud adoptar frente a los acontecimientos. No podemos cambiarlos, pero sí podemos elegir aceptarlos como manifestación de un orden cósmico del que nosotros mismos formamos parte, o rechazarlos, y tratar de rebelarnos inútilmente contra ellos. En este sentido, para los estoicos el ser humano es auténticamente libre.
3.Ética
La ética estoica es una guía para el uso de la razón, con la que se pretende que el ser humano logre la armonía entre la naturaleza y él mismo. La felicidad es el fin último de la vida humana, que consiste precisamente en esta armonía.
Todo ser vivo tiende de forma natural a su propia conservación, y dios o la razón concebida como principio activo de lo real, ha dotado a los seres vivos de dos fuerzas para cumplir con este objetivo. Una de ellas es el instinto animal, que es inconsciente e involuntario, y la otra es la razón humana, que hace que esta tendencia animal se vuelva consciente y voluntaria.
Las acciones conscientes y voluntarias se caracterizan por encontrarse conformes con el orden racional del cosmos, y cumplen con la tendencia natural a conservar el propio ser. Los estoicos identifican la acción consciente y voluntaria con el deber. De este modo, el estoicismo introduce por primera vez este concepto fundamental de la ética y hace de él el eje fundamental de su teoría sobre la moral. La ética estoica es una ética del deber porque el deber es precisamente lo que determina el valor moral de las acciones. Por esta razón, los estoicos consideran que la felicidad es el resultado que se obtiene al final como premio por haber cumplido con el deber.
La ética estoica distingue dos tipos de deber moral. El deber recto es perfecto y absoluto porque consiste no solo en hacer lo que se debe, sino en hacerlo porque se conoce el orden cósmico, que es su fundamento último. Por ello, este deber superior solo está al alcance del sabio. Por otra parte, los deberes intermedios son asequibles para todos y pueden llevar a cabo con una buena instrucción.
El estoicismo considera que el deber conduce al bien, pero no se identifica de forma directa con él. Para los estoicos, el único bien es la virtud. El bien moral no es fácil de conseguir: primero hay que adquirir un profundo conocimiento del orden racional del cosmos y, después, actuar de manera constante y reiterada, cumpliendo con aquello a lo que nos obliga el deber. Así se alcanza la virtud, consistente en una especie de predisposición permanente a cumplir con el deber. Este es el verdadero bien moral que conduce a la felicidad, y solo el sabio está en condiciones de alcanzarlo.
Los estoicos distinguieron cuatro virtudes cardinales: la sabiduría para comprender el orden del cosmos, el autocontrol para no dejarse arrastrar por las pasiones, la justicia para obrar conforme al orden racional y el coraje para afrontar la adversidad.
La ética estoica no hace distinciones de grado en la posesión de la virtud. El sabio virtuoso lo hace todo bien, mientras que el necio, al ignorar el orden racional del cosmos, es vicioso y lo hace todo mal. La vinculación de la virtud con el perfeccionamiento de la racionalidad humana hace que todo aquello que no depende de la razón, esto es, lo ligado a lo corpóreo y a lo material, no sea considerado ni moralmente bueno ni moralmente malo. Aspectos como la salud, la enfermedad, la belleza, la fealdad, el placer, el dolor, la riqueza o la pobreza son moralmente indiferentes. No obstante, algunas de esas cosas son preferibles a otras, y, por ello, los estoicos introdujeron el concepto de valor como una categoría más general que incluye tanto el bien moral como aquello que merece aprecio aun siendo moralmente irrelevante.
El radical racionalismo moral del estoicismo los condujo a rechazar frontalmente todo tipo de emoción. Para ellos, las pasiones y las emociones son impulsos excesivos que surgen de la ignorancia y se desentienden del orden racional del cosmos, convirtiéndose en la principal causa de infelicidad. Por eso, la actitud correcta consiste en erradicarlas por completo. El sabio estoico debe esforzarse por alcanzar un estado de impasibilidad extrema (apatheia) que lo aparte incluso de aquellas emociones consideradas positivas, hasta el punto de volverlo insensible ante el dolor tanto propio como ajeno.
Finalmente, las ideas de los estoicos en el ámbito de la política derivan de su doctrina ética. Para ellos, el orden racional que gobierna el cosmos y la vida de cada hombre debe regir también la vida de la comunidad. Por tanto, la ley política ha de ser universal para poder justificar la unidad de la comunidad política. Así, todos sus integrantes deben ser considerados ciudadanos del mundo (cosmopolitas) e iguales, al estar sometidos a la misma ley. De ahí que los estoicos se opusieran a la esclavitud y sostuvieran que solo el ignorante es esclavo y solo el sabio es verdaderamente libre.
(Francisco Ríos Pedraza. Historia de la Filosofía. 2 Bachillerato. Editorial Oxford. Madrid. 2023)