La guerra se suele definir como el conflicto armado entre dos Estados o naciones, o entre dos bandos dentro de un mismo Estado (guerra civil). En el siglo XIX, el general von Clausewitz definió la guerra como “la continuación de la política por otros medios”.
Las guerras estallan por diversos motivos: territoriales, económicos, étnicos, ideológicos, etc. Pero una de las preguntas que la filosofía ha tratado de responder es si hay una justificación que legitime una guerra.
Tomás de Aquino, Francisco de Vitoria o Hugo Grocio ya se plantearon esta cuestión, y en el siglo XX destaca la aportación de Michael Walzer.
Tras la Segunda Guerra Mundial, se han intentado establecer algunas normas básicas que se deberían respetar en las guerras (Convención de Ginebra): mediante estas normas se trataría de proteger tanto a civiles como a prisioneros de guerra, heridos o náufragos. Si no se respetan, se puede incurrir en un crimen de guerra.
Actualmente, el armamento nuclear supone una herramienta disuasoria entre las grandes potencias, pero su uso pondría en peligro a millones de personas.
Por otro lado, los intereses económicos de las potencias armamentísticas en el comercio de armas con países en conflicto obstaculizan en muchos casos las negociaciones de paz y fomentan la continuación de la guerra.
En este sentido, el movimiento pacifista propone la eliminación del tráfico de armas y también el desarme relativo de las grandes potencias, desviando los fondos destinados a armamento a los servicios públicos y fomentando la transformación de los ejércitos en fuerzas de ayuda y cooperación.
Según Amnistía Internacional (AI)España se ha situado en el último quinquenio como séptimo país exportador mundial de armas. En 2020 alcanzaba una cuota del 3,2% global equivalente a 3.600 millones de €, ligeramente inferior a la media anual de 4.000 millones del último lustro (en 2008 no llegaba a 1.000 millones).
Pese a los importantes avances para controlar este negocio, como la Ley de Comercio de Armas española de 2007 y el Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA) aprobado por las Naciones Unidas en 2014, su telón de fondo sigue siendo la escasa transparencia, cuando no la corrupción en la industria armamentista, lo que favorece el tráfico ilegal de armas.
Aunque solo es una pequeña parte del gasto militar mundial en defensa (casi 2 billones de euros en 2020, el 2% del producto interior bruto global), el comercio de armas es uno de los negocios más lucrativos del mundo. En 2017 su valor fue de al menos 95.000 millones de euros. El Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) sitúa a España como séptimo país exportador en 2016-2020 tras Estados Unidos (37% del total), Rusia (20%), Francia, Alemania, China y Reino Unido.
Por otro lado, más incluso que las armas convencionales pesadas (carros de combate y vehículos blindados, aviones de combate y helicópteros de ataque, buques de guerra, misiles y artillería de gran calibre), el gran motivo de preocupación son las armas pequeñas y ligeras (APAL, que incluyen revólveres, pistolas, fusiles, ametralladoras o granadas) que, por su bajo coste y facilidad de uso, transporte y ocultación aparecen en mortíferos escenarios de guerras, actividades terroristas, delincuencia organizada y luchas entre bandas.
El arsenal global de APAL, muy difícil de estimar por su amplia disponibilidad, oscila entre 600 y 875 millones de unidades, una por cada 10 habitantes y el 75% en manos de civiles. Cada año se fabrican ocho millones más, así como 16.000 millones de unidades de munición, con la que se podría matar dos veces a la población mundial.
Lo más grave es, según una investigación de Amnistía Internacional, que esas armas son las más utilizadas para cometer la mayoría de las violaciones graves de derechos humanos y deja tras sí un reguero de sangre, sufrimiento y pobreza (la violencia con armas de fuego causa más de medio millón de muertes anuales, el 75% en escenarios no bélicos) que lastra el desarrollo de las comunidades afectadas.
(D Sánchez Meca, J.D. Mateu Alonso. 1 Bachillerato Filosofía. Editorial Anaya Operación mundo. Madrid. 2022. Amnistía Internacional)